Primera etapa del duelo: La negación
Cuando una persona se entera de la enfermedad terminal o muerte de un ser querido, su primera reacción es negar la realidad de esta noticia devastadora.
La negación consiste en el rechazo consciente o inconsciente de los hechos o la realidad de la situación. Este mecanismo de defensa busca amortiguar el shock que produce la nueva realidad para sólo dejar entrar en nosotros el dolor que estamos preparados para soportar. Se trata de una respuesta temporal que nos paraliza y nos hace escondernos de los hechos. La frase que podría resumir la esencia de esta etapa es, esto no me puede estar pasando a mí.
En este primer momento, el mundo pierde sentido y nos abruma. Nos preguntamos cómo podemos seguir adelante. No es que estemos negando que la muerte o la pérdida se hayan producido sino que nos invade un sentimiento de incredulidad de que la persona que amamos no la veremos nunca más. Los sentimientos de esta etapa nos protegen brindando a nuestro cuerpo y mente un poco de tiempo para adaptarse a esta nueva realidad sin la persona fallecida. Luego el doliente comienza a sentirse como si lentamente estuviera despertando, recordando lo sucedido progresivamente.
Si bien la negación es una parte normal del proceso de duelo es importante destacar que si el doliente perdura durante mucho tiempo en ella puede llegar a ser perjudicial ya que al no aceptar lo que les ha ocurrido, no son capaces de enfrentar esta pérdida y seguir adelante. Cuando esta negación se hace persistente, la represión podría también dar lugar a enfermedades físicas como malestar estomacal, dolor de pecho o hipertensión.
La escucha y la comunicación abierta serán dos herramientas claves en el acompañamiento de esta etapa.
Durante esta etapa, es primordial que la familia brinde un espacio de comunicación abierto en donde el doliente pueda expresar sus sentimientos sin temor. Siempre es mejor hablar abierta y honestamente sobre cómo te sientes mostrándote sincero y dispuesto a estar presente cuando él lo necesite. Exprésale claramente que estos sentimientos son normales y comprensibles por lo que estás dispuesto a acompañarlo en este camino de reconocimiento emocional sin recriminaciones. Una persona en duelo puede gritar, obsesionarse con esta muerte e inclusive llorar durante horas. Debes saber que estas reacciones son normales y que, por lo tanto, no debes juzgarlas así como tampoco presionarlo para que acelere su proceso de curación.
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