Historia del cementerio de León
El nacimiento del cementerio de León tiene su origen en el año 1787 cuando Carlos III expidió la Cédula Real en la que se prohibía inhumar a los fallecidos en los recintos de los templos, ordenando la construcción de cementerios fuera de los pueblos y villas: “en sitios ventilados e inmediatos a las parroquias y distantes de las casas de los vecinos”.
La nueva Cédula Real de trasladar los fallecidos a los cementerios alejados de la población y no en los lugares habituales, no es bien acogida en la sociedad española ni tampoco en la leonesa. Esta normativa encontró una fuerte oposición por parte de la Iglesia; prueba de ello es que, en el caso que nos ocupa, transcurre casi medio siglo hasta que las autoridades municipales crean el primer cementerio. Los conflictos se sucedían y las autoridades eclesiásticas protestaban airadamente. Sería en 1809 Cuando el ayuntamiento de León prohíbe el entierro en cualquier otro lugar que no sea el nuevo Cementerio Municipal. El lugar para la ubicación del mismo era una propiedad del Cabildo de San Isidoro que se encontraba al norte de la ciudad en el margen izquierdo de la carretera de Asturias y antes de llegar a la laguna de Cantamilanos
El cementerio actual, comenzó a construirse en 1928 y la primera inhumación tuvo lugar en 1932. De estilo neoclásico en gran parte, entre las características más singulares del Cementerio de León figuran la Capilla, de inspiración gótica, la Columnata exterior y la Puerta de Acceso.
Al otro lado de los muros del cementerio de León se esconde la historia de la ciudad. Mosaicos de Venecia y azulejos sevillanos que dan forma a mausoleos, la memoria de Julio del Campo, un bosque lleno de almas, y un espacio para quienes necesitan un campo santo no católico, sino musulmán, se dejan ver en este recinto.
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